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La sequedad mental de los cocos secos continúa

El Cayapo

Cuando El Cayapo salió a la calle en forma de periódico, mayo de 1999, lo hicimos con la angustia, con la duda, con el deseo de estar equivocados en lo que estábamos pensando, sospechábamos que en el planeta, el grito surrealista fue la primera advertencia de que el humanismo había muerto como pensamiento. Desde entonces, todo lo que se ha intentado pensar es para fortalecer los mecanismos de guerra, que la burguesía no tiene aferro filosófico y que sólo está repitiéndose dentro de su estanque, de su cochinera, que sólo está comiendo y cagando su propia mierda en un ciclo infinito.

Por eso iniciamos el editorial del primer número de El Cayapo, de la siguiente manera:

“La gente que pensó importante la salida de estos papeles que están en sus manos, los creó a partir de la idea de que era importante escribir sobre la sequedad mental de los llamados intelectuales (entiéndase: ensayistas, poetas, escritores de toda calaña, periodistas, historiadores, y todos el etcétera que usted agregue) de los artistas, inclúyanse pintores, teatreros, escultores, dramaturgos, artesanos y cuanto bicho de uña, incluido El Cayapo se le aparezca de frente o en la mente. Queríamos despotricar de todos ellos, maldecirlos por lo cansado que nos tienen, por su embusterío pagado. Que era vital ir contra los sindicalistas, políticos, empresarios, jueces, abogados, profesionales, obreros, campesinos, niños de la calle, putas, maricos, lesbianas, cojeculos, machos, tuertos, chuecos, atletas, negros–blancos, indios, marrones, y cuanto carajo tenga una idea inundando este universo, incluidos nosotros, y por sobre todas las cosas nosotros.

Después de veinte mil peas, arrecheras y desacuerdos, descubrimos en medio de un ratón miserable, que no teníamos nada que decir contra nadie, porque nuestra sequedad mental es superior a los Médanos de Coro y más arrugada que las momias aztecas”.

A dieciocho años de ese editorial, el cojeculo se ha intensificado en todo el planeta, y el achicharre mental supera todos los pronósticos, hoy las evidencias son más que contundentes en su demostración, al punto de que la izquierda se caga y la derecha lanza bombas, si le mencionan la posibilidad de cuestionar al humanismo o a todo el bagaje mágico religioso que oculta ideológicamente la existencia del capitalismo, como modo de producción. Afortunadamente, estamos en medio del más deslumbrante desastre, debacle, calamidad; que sistema, cultura o civilización alguna en la historia trágica de esta especie, haya vivido.

A pesar de seguir con el coco seco, la mesa del pensamiento sigue servida para nosotros los pobres, porque los ricos y aspirantes se ahogaron y se ahogarán en sus movedizas arenas ideológicas.

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