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Los afganos no son humanos

“Un día desde el poder dijeron: “Los del otro lado del río no son gente y nos exterminaron. “Las mujeres no tienen alma” y nos exterminaron. “Aquellos no creen en nuestro dios” y nos exterminaron. “Son palestinos” y nos exterminaron. “son negros” y nos exterminaron. “Son extranjeros” y nos exterminaron. “Son vecinos” y nos exterminaron “son mujeres” y nos exterminaron “Son pobres” y nos exterminaron, son auténticos y nos exterminaron, son, son, con son, que son, que son, “son ritmo, color, alegría, y armonía” y nos exterminaron. Fue tarde cuando el poder se dio cuenta, que el problema es, que no acepta ni raza, ni color, ni etnia, ni religión, ni mayorías, ni minorías, ni credos; ni nación ni origen, en tanto no sean para el sometimiento que les permita satisfacer su insaciable hambre, su profundo miedo y su infinita ignorancia”.


Las primeras escaramuzas, por hambre, miedo e ignorancia en el planeta; crearon las élites que terminaron convirtiéndose en los enemigos de la especie, en nombre de salvación y protección, que al final la gente pagaba y seguimos pagando muy caro.


En nombre de dioses y otras pendejadas ideológicas, nos impusieron sus creencias en función de sus intereses, desde entonces, las culturas guerreras fueron copando el planeta y después de sus asesinas invasiones y saqueos, nos hicieron creer que sin ellos y sus guerras no se podía vivir e inventaron la famosa frase de si quieres la paz prepárate para la guerra, a nadie se le ocurrió pensar que la llamada paz no es más que el reverso de la misma moneda, que es la misma ambición disfrutando botín y preparándose para la nueva rapiña planificada por los poderosos.


En la medida en que avanzaron estas culturas con el robo y saqueo de conocimientos y riquezas en todas las formas; las tecnologías de la guerra se hicieron más mortíferas y eficaces a la hora de aterrorizar a las demás culturas que no estaban bajo su égida. Pero lo más interesante es que estas culturas guerreras nos convencieron a todos los esclavos de que éramos culpables de las invasiones y que nos merecíamos el castigo, ya sea divino, de los héroes o de los salvadores.


A estas alturas, toda la especie ha sido persuadida por la fuerza de las armas, de que todos nacimos enemigos y que hay unos más fuertes que otros, mas superiores, mas enemigos, que merecen el don de mando, en cada pueblo hay intelectuales, religiosos, profesionales, académicos, artistas, políticos, justificando el sometimiento de sus territorios y los de otra gente, engrandeciendo y agradeciendo el ser invadidos e incluso algunos se quejan de no haber sido invadidos por los más poderosos, se hacen eco de los discursos del subdesarrollo, del progreso, de la civilización, del desarrollo, del crecimiento económico, de la inferioridad o superioridad de las razas, de la flojera, de los vicios, de la ignorancia. Son crédulos de los discursos que los invasores fabrican de otros pueblos, porque como son avergonzados de sí mismos, se comparan en la minusvalía en que nos igualan los poderosos, son creyentes de que los invasores, son creadores y depositarios del arte, las religiones, la historia, y la diversión universal.


Todo el mundo preocupado porque los talibanes asesinan a mujeres y las obligan a vestirse de tal o cual manera, pero a nadie se le ocurre criticar a las miles de mujeres que el machismo europeo, japonés, norteamericano, o de los humanos en general; asesina, golpea, maltrata, y usa como mercancía sexual diariamente, todavía no conocemos a los grandes movimiento luchando por el crimen que comete el capitalismo contra todos los pueblos del mundo, nadie se rasga las vestiduras, ni pide a gritos que detengan el asesinato desmedido que el humanismo ha sostenido permanentemente contra el pueblo de Haití, todos esos gremios, agencias internacionales como la ONU, OEA y todas las demás son madrigueras de engordadas e hipócritas ratas, pagadas por las grandes transnacionales del capitalismo, para que mantengan los discursos divisionistas donde aparentan defender pueblos, costumbres, tradiciones, artes, mujeres, colores, géneros, oficios, celebraciones o conmemoración de cuanto día se invente el comercio capitalista para seguir atapuzándonos de mercadería, en nombre de los afectos comerciales. Pero lo más olímpico Es el doble rasero de los gremios a la hora de juzgar, es digno del premio mundial de la hipocresía absoluta.


Desde mucho antes que nosotros fuéramos invadidos, espachurrados, asesinados saqueados y esclavizados en este continente por la maquinaria de guerra de la civilizada cultura Humanista y se nos impusiera el aparato de producción capitalista, ya Afganistán existía como dato cultural independiente del humanismo, del musulmanismo, del budismo, del judaísmo, del cristianismo y de todos los ismos con que se arropa la guerra para ser justificada.


Mucho antes de que los imperios asirios, arqueménidas, griegos, bactrianos, kushans, eftalistas, árabes, persas, mongoles, mogoles, indios, turcos, chinos, rusos, ingleses, norteamericanos, o la cultura Humanista, ya los afganos existían.


Antes de que el insipiente capitalismo tuviera la capacidad de competir con el comercio y los precios chinos, ya los afganos existían, antes de que el capitalismo asentado en Inglaterra, usara el opio afgano para invadir china, ya los afganos existían.


Antes de que los maquiavélicos capitalistas se volaran las torres gemelas en el 2001 ya los afganos existían, antes de que existiera alkaeda, isis, daes, estado islámico, hermandad musulmana, talibanes y todos los ejércitos mercenarios construidos por la civilizada cultura humanista para invadir y mantener con el terror el control de los pueblos, ya los afganos existían.


¿Por qué la inquina contra los pueblos o culturas que habitan el territorio afgano?


Afganistán ocupa el estratégico paso de la guerra y el comercio de todos los imperios de Asia y el mundo, pero para su peor desgracia en la actualidad los dueños y promotores del capitalismo saben que más allá de esa posición estratégica y el cultivo y procesamiento de la amapola; en el territorio afgano hay gas, petróleo, hierro, tierras raras, oro, bauxita, cromo, piedras preciosas, litio, niobio, cobalto molibdeno, plata, uranio, mercurio, fosforo, caolín; en fin, lo único que le falta es sarna para rascarse y todo el capitalismo se babea mientras humanamente se hace el maniquiur en las garras, para clavarlas hondo en el territorio afgano.


¡La plata, la riqueza! fuera de toda especulación, esa es la verdadera razón por la que se le impone esta tragedia a los pueblos y culturas afganas, es por ello que todo el mundo se hace cómplice en el planeta, por la tajadita que les toca. No es que quieren salvar mujeres o niños o camellos, ese es el discurso para aliviar los corazones de los idiotas creyentes del mundo.


Con la honrosa y solitaria excepción del gran comandante Chávez, que en el 2001 se declaró contra la invasión a las culturas y pueblos afganos, todos los demás en el planeta, desde los más rancios dueños del mundo se han confabulado en una cruzada contra los pueblos y culturas afganas, todas las transnacionales sean de las armas, drogas físicas o religiosas, arte o cualquier otra, tiene interés en el sojuzgamiento, todos pretenden los beneficios que se puedan extraer de esos territorios, mientras los llamados intelectuales de izquierda, ahora auto llamados progres les hacen el coro, conformándose con las migajas que en engullimiento apresurado, va dejando caer el capitalismo, mientras tanto los ignorantes e ilustrados profesionales clase media, ahítos de propaganda, andan asustados mirando para todos lados, creyendo que cargan un talibán atrás.


Los credenciales para invadir pueden ser cualquiera cosa; el opio, los talibanes, el sometimiento a las mujeres, lo raro que hablan, el cómo se visten, como cantan, como comen; lo que les venga en gana es válido para justificar el saqueo de los pueblos.


Lo que impresiona no son las ambiciones declaradas de los humanos dueños, sino el acompañamiento sin chistar de los políticos, intelectuales, artistas, profesionales, académicos de cualquier ideología, sin importar en que otra mina habiten, porque para ellos, los afganos al no ser Humanos, es decir no aceptar ser sometidos por el capitalismo y su aparato de guerra, son objeto para ser invadidos, sometidos, saqueados, asesinados.


A los mercenarios de la palabra, el sonido, la sensación y la imagen se les olvida olímpicamente, la tragedia en la que están viviendo los pueblos donde habitamos, a causa de las mismas ambiciones de los que han invadido y aun sostienen la invasión de las culturas y pueblos afganos.


A estos ilustrados que se les babea la noticia por los grandes aparatos de desinformación, les es imposible aceptar que los afganos son culturas radicalmente distintas a la cultura humanista, que son pueblos que existen muchísimo antes de la aparición de la palabra humano, pero su iluminada ignorancia no les permite entender que entre otras cosas la cultura Humana, invento de los occidentales europeos, después de muchos crímenes y saqueos, sólo puede existir según sus creencias de superioridad, es por ello que hemos visto a los humanistas, invadir el planeta para saquear e imponerle sus modos, usos y costumbres, sus leyes, su aparato de producción, su mercado, su arte, sus formas de gobierno, sometiendo o desapareciendo todas las otras culturas existentes, jamás hemos visto a los humanos establecer relaciones de tú a tú con otras culturas a menos que estas también puedan enseñar dientes; porque ese complejo de superioridad los obliga a someter a todas las demás culturas; por eso no aceptan que los pueblos tengan otra manera de producir, de bailar, de pintar, de comer, de adquirir conocimientos, de reproducirse, contar, calzar, vestir, y mucho menos de dictarse sus propias leyes de convivencia.


A los desmemoriados por interés, se les olvida, que los mismos traficantes de drogas que en el siglo dieciocho invadieron a China para imponerle las condiciones comerciales, españoles, portugueses, ingleses o cualquier otro refinado, y civilizado humanista, fueron los mismos que en el siglo dieciséis nos invadieron a nosotros y al planeta entero y son los mismos que hoy someten a penurias al pueblo haitiano, y son los mismo dueños apoderados del territorio colombiano, en donde industrializan la droga, que a su vez las ganancias le sirven para crear ejércitos mercenarios con los que invaden a otros pueblos del mundo para saquearlos, que estos primorosos humanistas señores de la guerra sempiterna, fueron los mismos que invadieron Siria, Libia, Irak, Yemen, Somalia, que son los mismos que bloquean pueblos y los someten a las más grandes hambrunas y tragedias, que son los mismos que están acabando con Brasil y toda la cuenca amazónica, que son los mismos que hicieron del coronavirus el gran negocio y el medio de ocultar las consecuencias o el daño colateral de su reacomodo, que son los mismos que sostienen a la oposición apátrida, criminal, ladrona, descendientes de los que durante quinientos años nos han sometido en nombre de sus amos extranjeros, son estos mismos criminales, muertos de hambre, ignorantes y cobardes, sobre protegidos por sus cuarteles, industrias, fábricas, riquezas, leyes, ideologías, sus drogas físicas legales e ilegales, sus iglesias, su memoria histórica, su aparato escolar, sus academias, sus tanques de cerebros, sus buenas y malas artes, sus medios de desinformación masivos, con los que un día nos llamaron barbaros, come gente, feroces, asesinos, flojos, son los mismos que asesinan, denigran, esclavizan y someten a niños, negros, ancianos, mujeres, indios, pobres en general, por afán de lucro; si, no nos hagamos los locos, son los mismos humanos de siempre, jodiendo la vida en el planeta.


De una vez por todas, los grandes dueños del negocio de la droga en el mundo, no los busquen en las series del chapo Guzmán o Pablo Escobar, ni en los talibanes, ni en los esclavos que trabajan en los sembradíos, procesamiento y comercio de mariguana, amapola o coca, ni en los adictos que pueblan hospitales, manicomios, centros de recuperación o deambulan como zombis en las calles, ni en la corrupción, ni en los gobiernos del planeta, ni en el lavado de dinero, ni en los paraísos fiscales, sino en los civilizados, refinados, bien bebidos y bien comidos humanos, dueños de los grandes laboratorios, industrias y bancos del capitalismo.


Si señores de la desinformación compulsiva e interesada, el problema no son los afganos, ni la coca, ni la amapola, ni la mariguana, ni los recursos naturales, el problema son los humanos terroristas, que acumularon y sistematizaron en siglos recientes, conocimientos y tecnologías incluida la propaganda, usados por las culturas guerreras durante milenios, para someter a la especie a un terror permanente, en su creencia de ser superiores.


Escrito lo escrito y leído lo leído, toca entonces pensar con cerebro propio, es tiempo de abandonar el cerebro impuesto, quienes repitan bolserías, son interesados o la estupidez ignorante no los deja dormir.


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